MORIR EN EL EXTRANJERO
Por
Jovián
Sanjinez Salazar
DOCENTE
UNIVERSITARIO
Nadie desea
sobrevivir a la muerte de un ser querido. El dolor de una madre al enterarse
que murió su hijo o hija, es tan intenso que seguro
no se puede describir, seguramente porque sus entrañas reviven el
sentimiento maternal y la angustia raigal de su vientre que cobijó un ser desde
que fuera embrión, y al que quiere siempre proteger.
El dolor disminuye
con la resignación. Ver a su hijo muerto, presenciarlo, verlo por última vez,
en un ataúd estrecho y que va a una tumba fría, la lleva a aceptar la realidad,
y sobrevivir con los recuerdos del ser
que amó y ama. El consuelo de saber el lugar de su última morada, la hará vivir
con los recuerdos y, con una calma que lo necesita. El consuelo es un estado
psicológico que permite regular los
actos del ser que sufre por algún acontecimiento que impacta su vida y
que no acepte al inicio; sin embargo, con pausas se asimilan los hechos, se
admite la realidad, y la conducta queda
regulada con la resignación. La vida debe continuar y la madre dolida debe
comprender que es así.
No habrá resignación
si el ser querido encuentra la muerte en el extranjero, en otras tierras, donde
las personas no son nacionales, donde hasta las leyes son distintas, y para los
extranjeros aún son más complejas, y de decisiones complejas. La distancia
donde ocurrieron los hechos hace imposible
saber la verdad desde el inicio, haciendo más proclive a la especulación;
se acrecienta el dolor y la angustia, por las muchas versiones y poca certeza.
Réquiem para el hijo
que encontró la muerte injustamente, aunque no hay muerte justa. Réquiem para
el hermano que cruzó las fronteras, en
la búsqueda de mejoras cosas, porque nunca será para restar
posibilidades que si las tiene en su
tierra. Réquiem para el connacional que sale del Perú al igual que los
casi 3 millones de peruanos en busca de
mejores oportunidades, aunque no siempre las encuentran.
Viajar al extranjero
por un mejor porvenir es un mérito; no obstante el Estado debe legislar los
mejores mecanismos de seguridad para los nacionales en el exterior, y frente a
hechos lamentables como lo que señalo en esta nota, se viabilice cualquier
gestión para facilitar los procedimientos.
Lamento que no
siempre se conoce de las causas de una muerte de un peruano en el extranjero, es
difícil saber cuando ésta se ha hecho sospechosa, o es difícil explicar el
suceso, así lo señalan las estadísticas.
Si la muerte es natural, (enfermedad), accidente u
otra causa que determine objetivamente el hecho, no habrá mayor problema, para
gestionar su retorno a su tierra y mitigar el dolor de su madre y sus
parientes; pero cuando la muerte está ligada a una confusión de hechos, a una
incertidumbre o sospechas; es difícil repatriar a un connacional a la brevedad
y, si a ello se agrega el insuficiente apoyo administrativo de parte de las
autoridades o el déficit económico, resulta extremadamente difícil exhumar o
cremar para repatriar. Mientras tanto el dolor de la madre se incrementa, a
pesar que no desmayará, en tanto aún no encuentra resignación.
No ser posible que el
hijo que ha muerto no sea repatriado, y dejar en tierras lejanas sus restos, es el dolor más grotesco que
sienta una madre; por eso para evitar que una madre sufra sin mas ni mas, aquel
o aquellos que viajan al extranjero por razones ya señaladas, deben tener los
cuidados en sus vidas, en el tiempo, forma y modo, tanto en el lugar donde se desarrollen o se
encuentren.
Réquiem al mérito más
importante a la heroína cuzqueña SORIA, que muriera cuando actuaba como
tripulante del crucero Italiano Costa Concordia, murió en cumplimiento de sus
deberes, quizás salvó vidas a cambio de su propia muerte.
Los Jóvenes Peruanos que
se encuentran por el mundo no deben
olvidar que sus madres están en paciente espera, y que la sola ausencia ya es
un sufrimiento. Para un hijo, madre hay
una sola y es insustituible.
Para el Derecho
Internacional, los escenarios para promover gestiones entre Países se han viabilizado.
En el proceso de globalización, el
vehículo idóneo para estas gestiones son los tratados, que adoptan su carácter vinculante. Este carácter
permite que los Estados se relacionen cada vez más estrechamente, y que los
compromisos tengan la eficacia y validez que les correspondan, y en donde
temáticas como las de una repatriación o extradición, de ser el caso, se
tramiten sin contratiempos, para bien de las buenas relaciones estaduales.