El
hampa empieza a caer en Trujillo. El fiscal William Rabanal ha puesto tras las
rejas a miembros de las bandas más peligrosas de la ciudad. Por su valentía lo
han condecorado, pero él teme por su vida. Todos los días debe cumplir con su
labor protegido por guardaespaldas armados con fusiles.
Ecuerda
bien esta escena de su viaje a El Salvador: delincuentes enmarrocados
cumpliendo su pena en los pasillos de las comisarías, como si convivieran con
los policías que los habían capturado.
El
crimen había desbordado a aquel país, las cárceles rebalsaban de delincuentes y
ya no podían recibir a uno más.
Aproximadamente
más de 200 mil salvadoreños -le alcanzaron a decir al fiscal- se habían unido a
la Mara Salvatrucha, la pandilla más sanguinaria de Centroamérica y El Salvador
era un hervidero de crímenes.
Rabanal
había ido hasta allá para capacitarse y ver de cerca el futuro que le esperaba
a La Libertad si es que no se frenaba la ola delincuencial que crecía vertiginosamente
en la región.
El
magistrado piensa en esta escena en los pasillos de la sede del Poder Judicial
de Chepén. Es la tarde del jueves 14. Ha terminado una audiencia por un caso
menor de asociación ilícita y apura el paso. Nos concede una entrevista de
quince minutos, que asegura, será la última. Ya no habrán más, no puede
declarar, por seguridad.
Llego
a la audiencia a las 2:25 de la tarde, vestía un terno negro y portaba un
grueso fajo de expedientes. Su arribo causó un inusual movimiento en la plaza
de armas de Chepén.
Primero
paró la camioneta doble cabina asignada por el Ministerio Público que lo
transporta. Luego, la camioneta blanca de la policía que lo sigue a todos
lados. De esta bajó un agente con un intimidante fusil AK-47. Luego bajó el
fiscal. Se mostró sereno y respondió amable el saludo de algunos curiosos que
lo reconocieron.
Rabanal
se ha convertido en uno de los personaje más conocidos del norte del país. Se
habla de él en las plazas y en las cárceles. El fiscal ha puesto tras las rejas
a 150 miembros de las doce bandas de sicarios y extorsionadores más temidas de
la región. Los delincuentes le han puesto precio a su cabeza. Desde prisión
coordinan atentados contra su vida. Lo quieren muerto.
“Me
mandan mensajes de texto y me hacen llamadas de amenaza. Incluso me he visto
obligado a no denunciar, de lo contrario no podría seguir investigando a los
inculpados. No puedo ser agraviado y fiscal a la vez”, dice Rabanal.
Hace
unos días sus custodios intervinieron un taxi que los seguía. Habían salido del
juicio oral contra la banda 'Los Lobos de El Porvenir'. Gracias a los reflejos
de sus guardaespaldas, esa tarde cayeron tres hombres que estaban reglando al
fiscal. Entre ellos estaba Kevin Paredes, alias 'Chato Kevin', de 20 años, un
maleante que se escapó de Maranguita con el sicario Gringasho y al que se le
investigaba por 19 delitos entre ellos, dos homicidios.
NORTE
SANGRIENTO
“¿Cree
que su trabajo es suicida?”, le preguntó un periodista el 12 de mayo, el día
que el Ministerio Público de Trujillo le hizo un reconocimiento por su labor al
mando de la Fiscalía Especializada contra la Criminalidad Organizada.
Rabanal
respondió: “La actividad del fiscal es como la del futbolista. Éste sabe que lo
pueden golpear, el fiscal sabe que lo pueden amenazar y para afrontar eso
estamos preparados física y psicológicamente”.
El
magistrado lidera un grupo de élite de 8 fiscales que desde el 2013 se dedica
exclusivamente a seguirle los pasos a lo más peligroso del hampa trujillano.
Esta
ciudad se ha convertido en los últimos años en zona roja. Y eso no es un
cliché.
Para
hacer memoria, en el 2012 cada día aparecía muerta una persona con un balazo en
la cabeza. El 2013, Trujillo fue marcado como la ciudad más violenta del país.
Sólo ese año se cometieron 29,771 delitos. Este año, se tuvo que enviar a 500
policías para hacer un fuerte contra la delincuencia.
Alguien
dijo que sólo un grupo de inteligencia como el que atrapó a Abimael Guzmán
podría ser capaz de acabar con el crimen. Y aquí aparecen Rabanal, su equipo y
la policía, que tras un trabajo de seguimiento han puesto tras las rejas a
extorsionadores, marcas, cobradores de cupos, traficantes de tierras como 'Los
Ángeles Negros de Chepén', 'Los Malditos de Laredo', 'Los Pulpos', 'Los Wilos',
'Los Cagaleches'. La banda del 'Cojo Mame', cuyo cabecilla, Mamerto Florián,
dirigía los movimientos de su organización delictiva desde el penal de Juliaca
ha sido la última en caer.
“Es
que si no paramos la delincuencia corremos el riesgo de convertirnos en una
Ciudad Juárez. Tenemos que impedir que el hampa avance, si no, más adelante,
todos los trujillanos van a vivir con una pistola en la cabeza”, afirma el
fiscal.
EL
MIEDO
El
fiscal estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Marcos. En esa época
lideró un grupo que enfrentaba a los subversivos. Dice que siempre ha sido
respetuoso del Estado de Derecho, de la democracia y de la economía del
mercado, porque en estas dos últimas ideas se expresa la libertad. Sobre su
familia no dice nada. En absoluto. Sólo confirma que está protegida por la
Policía Nacional y que su vida privada "es hoy más privada que
nunca".
Naturalmente,
Rabanal siente miedo cada vez que piensa que puede comprometer a los suyos.
Vive a diario con esa tensión. Pero el riesgo no es lo único que lo inquieta.
También están las tensiones que provienen de los gajes de su oficio.
Al
hombre que está acabando con la delincuencia en el norte lo han demandado por
un millón de soles por haber ingresado a un domicilio supuestamente sin
permiso. Él sólo cumplía con su deber de allanar esa casa para verificar si
allí se encontraba un delincuente. Igual, la demanda ya está planteada.
Son
las 3:25 p.m. y suena el celular del fiscal: "¿Con quién hablo?",
responde, mientras camina y abandona la sala de audiencias de Chepén. Baja las
escaleras y dos efectivos armados con las AK-47 aceleran el paso para llevarlo
a la puerta de salida. Rabanal debe retornar a Trujillo a zambullirse
nuevamente en los voluminosos expedientes de los casos que investiga, la
mayoría son por extorsión.
Antes
de partir, el fiscal recuerda un caso que lo consternó. Se trataba de una
persona que vivía amenazada de muerte por los miembros de 'Los Cagaleches' y
debía depositarle al extorsionador 8 mil soles todos los meses. Al poco tiempo,
esta persona se quedó sin dinero. Pero los maleantes no querían dejarlo ir. En
un acto de perversidad, el líder de la banda, que estaba en la cárcel, lo llamó
y le dijo que le prestaba el dinero, así que mandó a su hermano con los 8 mil
soles. Llevó a la víctima al notario y le hizo firmar un documento en el que
aceptaba deberle dinero. El extorsionado, muerto de miedo, se convirtió en
deudor y el chantaje se volvió legal. Estuvieron a punto de embargarle su casa.
“No vamos a permitir que unos tipos vengan y
les quiten sus propiedades a la gente. El Ministerio Público es el más fiel
guardián de la ley”, dijo el fiscal tras ser condecorado el martes pasado.
Los
trujillanos le han tomado la palabra. Su nombre es el más repetido en las
calles. Quieren creer en este magistrado valiente.
FUENTE//LA REPÚBLICA
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